No son los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de su tumba fria, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavia. No son los muertos, no los que reciben rayos de luz en sus despojos yertos, los que mueren con honra son los vivos, los que viven sin honra son los muertos. La vida no es la vida que vivimos, la vida en el honor, es el recuerdo. Por eso hay hombres que en el Mundo viven, y hombres que viven en el Mundo muertos.
Transferencia - Hamlet Lima Quintana Después de todo, la muerte es una gran farsante. La muerte miente cuando anuncia que se robará la vida, como si se puediera cortar la primavera. Porque al final de cuentas, la muerte sólo puede robarnos el tiempo, las oportunidades de sonreír, de comer una manzana, de decir algún discurso, de pisar el suelo que se ama, de encender el amor de cada día. De dar la mano, de tocar la guitarra, de transitar la esperanza. Sólo nos cambia los espacios. Los lugares donde extender el cuerpo, bailar bajo la luna o cruzar a nado un río. Habitar una cama, llegar a otra vereda, sentarse en una rama, descolgarse cantando de todas la ventanas. Eso puede hacer la muerte. ¿Pero robar la vida?... Robar la vida no puede. No puede concretar esa farsa... porque la vida... la vida es una antorcha que va de mano en mano, de hombre a hombre, de semilla en semilla, una transferencia que no tiene regreso, un infinito viaje hacia el futuro, como una luz que aparta irrem...
Emergencias, una noche de guardia en el Hospital Clínicas Autor: Álex Ayala Ugarte Rastros y rostros arman cada día la historia particular de la sala de emergencias, un lugar donde se dan cita la vida y la muerte, en el que la distancia entre una y otra puede ser sólo cuestión de minutos. Lunes. Diez de la noche. Las paredes amarillas y verdes del Hospital de Clínicas reflejan el trasiego de varios pares de batas blancas. Un grifo que gotea marca con un compás casi fúnebre los silencios. Una ambulancia de la Red 118 de la Alcaldía espera en el parqueo para salir ante cualquier urgencia. Las máquinas de escribir bailan al son del mar de dedos que se les viene encima. La ciudad ya duerme, pero la sala de emergencias está despierta. Cada noche, todo un mundo abre sus puertas ante la mirada acostumbrada de los doctores. Óscar Romero, jefe de la unidad de emergencias, está de turno. Sus ojos rojos revelan falta de sueño. Una mueca de incredulidad cubre su rostro. El ir y venir d...
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